El Blockchain como nuevo método de control. Este parece ser el nuevo objetivo de China, que acaba de poner en marcha en Beijing un clúster Blockchain formado por más de 1.000 servidores capaces de gestionar 240 millones de transacciones de contratos inteligentes cada segundo y que, según las autoridades, se utilizará para monitorizar la actividad gubernamental y la de sectores económicos estratégicos.
Tal y como apuntan en The Register, la nueva instalación es notable por dos razones. La primera es que utiliza tecnología propia. El clúster está vinculado a ChainMaker, una plataforma de cadena de bloques desarrollada íntegramente en el país asiático y a la que han contribuido o que ha sido adoptada por importantes empresas privadas y gubernamentales chinas. La plataforma cuenta con chips de 96 núcleos que aceleran las transacciones sobre la cadena de bloques y cuenta con sistemas de almacenamiento a escala de Petabytes.
Y esto demuestra que pese a los férreos controles que está imponiendo Estados Unidos para la exportación de componentes tecnológicos y tecnologías clave, China está demostrando que ha alcanzado un grado de madurez tecnológica que puede competir (al menos parcialmente) con la del gigante americano.
La apuesta de China por Blockchain
En segundo lugar, la puesta en marcha de esta plataforma demuestra lo comprometida que está Beijing con el uso del Blockchain, más allá del mundo de unas criptomonedas que han sido prohibidas en el país. Como explican los informes de los medios de comunicación controlados por el Estado, este clúster se utilizará para asegurar y registrar las transacciones a través de 80 departamentos, 16 distritos y organizaciones en los campos del transporte, las finanzas y las telecomunicaciones, y está destinado a garantizar los flujos de información para una «coordinación eficiente del sistema de gobierno». Y esto en una primera fase, porque lo que se desprende de aquí es que en una segunda etapa, el uso de contratos inteligentes será una parte clave del tejido empresarial público y privado del país asiático.
Como apuntan los más crítico, la puesta en marcha de este clúster es justo el tipo de cosas que cabría esperar en un Estado de partido único que ejerce un estrecho control sobre el desarrollo económico y al que le gusta vigilar el rendimiento de las organizaciones…con la excusa de poner fin, dicho sea de paso, a una corrupción rampante que ha lastrado la imagen del partido comunista china en muchas de sus regiones.