Como ya hemos contado en ocasiones anteriores, el potencial de las cadenas de bloques apenas ha comenzado a explorarse. Será en parte a corto plazo, pero sobre todo a medio, cuando empecemos a ver una verdadera eclosión de este ecosistema, con nuevos y sorprendentes usos en los que la transparencia, la eficiencia y la descentralización encuentren un encaje natural.
En este progresivo despliegue, todo apunta a que uno de los sectores que más y mejor puede evolucionar, siempre que lo haga de la manera correcta, es el financiero. Y esto no es algo nuevo, en verdad, ya que en otras muchas ocasiones anteriores ha sido precursos en la adopción de soluciones tecnológicas antes de que lo hicieran otros mucho sectores. No obstante, en este caso se da una singularidad que lo hace distinto al resto.
Me refiero, claro, a la descentralización, ya que ésta plantea modelos tan inéditos y novedosos que, por diversas razones, su adopción puede llevar algo más de tiempo del que se podría prever inicialmente. Pero antes de entrar en este punto en particular debemos ver, en líneas generales, a qué nos referimos al hablar de DeFi.
¿Qué es Defi?
Como ya habrás deducido por el nombre y el contexto, este término es la contracción de Decentralized Finance, finanzas descentralizadas, un ecosistema financiero, compuesto en general de pequeñas piezas capaces de interactuar entre sí, construido sobre la tecnología Blockchain. Esto, al igual que ocurre en otras áreas de influencia de las cadenas de bloques, transfiere una importante parte del control de las clásicas estructuras centralizadas a los usuarios que conforman la comunidad.
Así, son los propios usuarios quienes intercambian activos y servicios de una manera directa, en una interpretación muy pura de la filosofía peer to peer. De este modo, en muchos casos, desaparecen los intermediarios y, lo que puede resultar incluso más interesante (aunque también tenga sus sombras), cualquier persona con el capital necesario, o con una gran idea, puede poner en marcha un servicio financiero sin necesidad de contar con el respaldo de una gran entidad pública o privada.
Una pregunta muy habitual es para qué sirven las DeFi, pero la respuesta más acertada, y sin duda alguna más corta, sería para qué no sirven. En la actualidad ya existen servicios DeFi, algunos con gran prestigio, pero no debemos olvidar que nos encontramos en una fase muy, muy temprana de los mismos, por lo que debemos esperar un crecimiento exponencial a corto y medio plazo. Y a esto debemos sumar que todavía no se ha producido el desembarco de los grandes grupos financieros en este ecosistema… y que aún no está claro si lo harán.
Como ya hemos visto en otras áreas relacionadas con las cadenas de bloques, la naturaleza descentralizada y sin regulaciones de este ecosistema da vértigo a las empresas e instituciones clásicas y pone la mosca detrás de la oreja de instituciones públicas y reguladores, generando un lastre que puede retrasar sustancialmente el salto de éstas a las DeFi.
Además, y por eso mencionaba la descentralización, el mundo financiero tradicional siempre ha empleado un modelo tremendamente centralizado. En parte por razones comerciales y en otra por regulaciones de los mercados, el modelo descentralizado les es muy ajeno, por lo que el ejercicio de adaptación resulta mucho más complejo. ¿La parte positiva? Que esto deja el campo mucho más abierto a la proliferación de más propuestas independientes.
¿DeFi es FinTech? ¿FinTech es DeFi?
El sector financiero, ya lo indiqué antes, suele ser precursor en la adopción de soluciones tecnológicas, desde la puesta en marcha de los primeros datacenters a las soluciones de gestión digital de archivos para los clientes, y más recientemente la adopción del paradigma FinTech, no podemos dudar de su proactividad en este sentido.
Y si han adoptado FinTech, ¿eso no se traduce en DeFi? No, y esta es una puntualización clave. FinTech nace, como su propio nombre indica, de la unión del Finanzas y Tecnología, pero con el mismo modelo centralizado tradicional. Podemos entenderlo como el escalón intermedio entre el modelo clásico, analógico y centralizado, y DeFi, digital y descentralizado.
Así, sí que podemos afirmar que DeFi forma parte de FinTech… siempre y cuando tengamos una concepción amplia del término y no lo limitemos a la traslación al entorno digital del modelo clásico, pero no podemos decir que FinTech es DeFi.
¿Qué necesito para usar DeFi?
Una de las novedades que aporta DeFi con respecto al modelo tradicional es la democratización del acceso a los productos financieros. Prácticamente cualquier persona que tenga conexión a Internet, incluso personas no bancarizadas, pueden participar en este nuevo mercado, ya sea simplemente como clientes o, dado el caso, también como operadores que crean y ofrecen sus propios servicios (prestamos, planes de inversiones, etcétera). Y aquí es donde la transparencia de la tecnología blockchain suma en positivo, pues permite un control bastante efectivo sobre las operaciones.
Hay que tener cuidado, no obstante, pues como ocurre en cualquier área no regulada ni supervisada, nos podemos encontrar con propuestas fraudulentas, vendedores de humo y demás cazadores de potenciales incautos. Desgraciadamente, a lo largo de los últimos tiempos, el ecosistema DeFi ha protagonizado algunos titulares sobre estafas de diversos tipos. Esto no es algo nuevo ni exclusivo de DeFi, por lo que tendremos que aplicar las mismas normas de cautela y prevención si decidimos adentrarnos en este mundo.
Lo único que necesitaremos para poder empezar a operar en DeFi es contar con una wallet, de la que saldrán los fondos para nuestros movimientos. Y, tanto para verificar las condiciones de las mismas, como para contar con una herramienta que nos proteja de manera eficiente de lo comentado en el párrafo anterior, deberemos hacer uso de smart contracts que definan de manera inequívoca toda la operación.
