Si intentar vaticinar el futuro de las divisas y los activos en los que es posible invertir es una labor terriblemente compleja, cuando hablamos de criptoactivos todo se complica mucho más. Expertos del Deutsche Bank se han propuesto ayudar en este aspecto. La enorme escalada en sus cotizaciones a lo largo del año pasado fue sorpresiva para todo el mundo, y podemos afirmar lo mismo con respecto al descalabro que se está produciendo estos últimos meses. A día de hoy, parece necesario contar con una bola de cristal para intentar determinar su futuro.
Sin embargo, el ojo experto es capaz de reconocer señales y combinarlas con el histórico y otras informaciones útiles, para aventurar qué es lo que puede deparar el futuro. Y eso es lo que han hecho Marion Laboure y Galina Pozdnyakova, analistas de Deutsche Bank, en un interesante ejercicio con el que aventuran qué evolución pueden experimentar las criptomonedas a corto y a medio plazo. Una estimación basada en datos que varía sustancialmente en su color en función del rango temporal en el que pongamos el foco.
Deutsche Bank: complicado a corto plazo y mejor a medio plazo
Así, según su informe el corto plazo no pinta nada bien. En el crash que todavía estamos experimentando se han roto varias barreras psicológicas, entre ellas el supuesto suelo de 20.000 dólares para el Bitcoin. Las perspectivas de un mercado más regulado y supervisado, la incertidumbre sobre la evolución de los mercados económicos globales para la segunda mitad de este año y, a consecuencia de ello, el perfil de riesgo más bajo buscado por los inversores ha provocado una enorme caída que, según este análisis, puede perdurar a corto plazo. Una nueva subida en los tipos de interés, por poner un solo ejemplo, podría mantener la caída libre durante un tiempo.
Pero no son todo malos pronósticos para las criptomonedas, según las autoras del estudio del Deutsche Bank, señalan una correlación muy acusada entre Bitcoin, S&P 500 y Nasdaq que, de mantenerse a medio plazo, podría devolver la cotización de la criptomoneda de referencia al entorno de los 27.000 dólares a finales de año, un repunte de más del 30% con respecto a su cotización actual. Es cierto que hablamos de menos de la mitad de su máxima cotización histórica, pero una señal de recuperación tras la situación actual.
Si esta correlación se mantiene en el tiempo hasta mostrarse como un indicador fiable, esto podría suponer un elemento positivo para los inversores, y especialmente para aquellos que quieren hacerlo pero todavía no han dado el paso por su inestabilidad. Contar con un marcador de referencia que, de manera más o menos fiable, nos indique en qué dirección va a soplar el viento es, siempre, un elemento clave tanto para hacernos a la mar como para asegurar nuestros movimientos cuando ya estamos en ella.