Es sabido, desde hace ya tiempo, que Ethereum pretendía dejar atrás el modelo de prueba de trabajo (Proof-of-Work o PoW) para, en su lugar, adoptar el de prueba de participación (Proof-of-Stake o PoS). Es lo que desde 2020 se denomina Ethereum 2.0 y, aunque los planes iniciales apuntaban a un despliegue más rápido, finalmente será a puertas de este otoño cuando se complete una transición llamada a suponer un enorme cambio en el paradigma de las criptomonedas.
Con este cambio, Ethereum pone punto y final a la minería, y es que recordemos que ésta operación juega un papel clave cuando hablamos del modelo de prueba de trabajo, en el que se basan gran parte de las criptomonedas en la actualidad (aunque no todas), circunstancia que ha dado lugar a la proliferación de granjas que tanto han dado que hablar durante los últimos años, tanto por sus consumos eléctricos como por el acaparamiento de componentes informáticos, principalmente tarjetas gráficas.
Ethereum marca el camino
Con el cambio a prueba de participación, Ethereum marca un camino que, muy probablemente, será seguido por otras muchas criptomonedas y, lo que aún más importante, por otras implementaciones de cadenas de bloques. En el caso de ya existentes, técnicamente resultaría mucho más complejo, pero en los nuevos desarrollos multipropósito, recurrir a modelos de prueba más eficientes supondrá, sin duda, un elemento catalizador para la adopción de blockchain.
Recordemos, para entender el impacto que puede tener este cambio de modelo, que Ethereum es la segunda criptomoneda más valorada, solo por detrás de Bitcoin, y que algunos analistas apuntan a que la adopción del modelo de prueba de participación redundará de manera positiva en su cotización, desligando la misma al menos parcialmente de la evolución de Bitcoin en el mercado. Una tendencia que, de confirmarse, también rompería con la «dictadura» de Bitcoin como referencia única del mercado.
Con este cambio se mejorará sustancialmente el volumen de transacciones que podrá soportar la red de manera simultánea, además de mejorar la seguridad de las transacciones gracias a la auditoría de seguridad y el incremento de validadores, un número que no bajará de 16,384 validadores en la red descentralizada en la que se basa. Algo a lo que debemos sumar que, gracias a su eficiencia, su uso tendrá un impacto mucho menor en el medio ambiente, el consumo eléctrico se reducirá sustancialmente y, por lo tanto, su adopción volverá a estar sobre muchas mesas.
Ethereum 2.0 podría marcar, por lo tanto, el inicio de lo que podríamos llamar blockchain 2.0, un cambio de paradigma en el que, con el aprendizaje de los últimos años, las cadenas de bloques evolucionan para proporcionar modelos cada vez más eficientes y fiables, que serán clave en el despliegue masivo de Web3.
