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FTX: amigos disfrutando en Bahamas

FTX: amigos disftutando en Bahamas

La quiebra (en su modelo estadounidense, esto es importante aclararlo) de FTX, confirmada el pasado viernes, ha dejado en el aire un montón de preguntas. Muchas de ellas, claro, tienen que ver con el presente y el futuro de la compañía, de sus activos, de sus clientes, etcétera. Pero también, con el fin de intentar aprender de esta mala experiencia, es interesante mirar al pasado e intentar entender qué es lo que ha ocurrido exactamente, cuán grande es el agujero al que se enfrentan ahora los gestores y, en consecuencia, qué pueden esperar los clientes del que, hasta hace solo una semana, era uno de los markets más grandes y consolidados del mundo de las criptomonedas

El espacio de trabajo ha cambiado en las últimas décadas. Hemos podido conocer, por multitud de reportajes, cómo son las oficinas de las grandes tecnológicas, en las que se perciba desde el primer momento un nivel de informalidad impensable hace unas décadas. Fuera corbatas, fuera cubículos de trabajo y fuera entornos tan impersonales como el que, con gran maestría, reprodujo el maestro Billie Wilder en su impagable El Apartamento. Y este modelo se ha demostrado, en general, bastante positivo.

Ahora bien, una cosa es buscar un entorno amigable, cálido, incluso divertido dentro de un orden, y otra cosa muy distinta es gestionar por completo una empresa con el volumen de FTX con un grupo de amigos y amigas desde las Bahamas, probablemente disfrutando demasiado de la buena vida como para prestar la atención debida al día a día y a la operativa de la compañía. Algo que, según podemos leer en CoinDesk, parece que ha sido la vida de Sam Bankman-Fried y compañía.

 

Por lo que podemos leer en dicha publicación, el creador y CEO de FTX ha estado conviviendo con su equipo de confianza, es decir, sus amigos y máximos responsables de la compañía, en un ático de lujo en las Bahamas, un espacio en el que no solo compartían vivienda, sino también aventuras entre los miembros del equipo. El medio cita, por ejemplo, los escarceos entre Bankman-Fried y la directora ejecutiva de Alameda, Caroline Ellison, cuya firma desempeñó un papel central en el colapso de la compañía. El mejor resumen lo aportó una fuente anónima que resumió la situación con una más que contundente frase: “Toda la operación fue dirigida por una pandilla de niños en las Bahamas”. Otro resumen es que las palabras más repetidas al analizar la situación son conflicto de intereses, nepotismo y falta de supervisión.

El pasado viernes hablábamos de los planes de la Unión Europea para establecer una mejor regulación de los criptoactivos, y casos como el de la caótica y opaca gestión de FTX, que en algunos aspectos recuerda a aquellas películas de adolescentes de fiesta que se popularizaron en los ochenta, es el mayor espaldarazo posible a ese tipo de decisiones por parte de los reguladores. Y es que en un momento complejo para los criptoactivos, solo regulación, seguridad y transparencia pueden y deben marcar la pauta. No es casual ni mucho menos que Binance, precisamente la compañía que quiso salvar a FTX pero que finalmente no pudo, haya decidido publicar las direcciones de todas sus billeteras frías y calientes.

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