Siempre se ha dicho que las cosas tiene el valor que una persona está dispuesta a pagar por ellas. Y en el mercado del arte esta premisa se cumple bastantes veces (por ejemplo, a muchas personas les pareció sorprendente que Christie´s vendiera por 1,6 millones de dólares la obra Green White de Ellsworth Kelly).
Pero en el arte digital y en concreto en la categoría bautizada como NFT, hay voces críticas que consideran que los NFT son una vuelta de tuerca al capitalismo voraz que lleva años apropiándose del mundo artístico.
¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por un meme? ¿Y por el primer mensaje que Jack Dorsey escribió en Twitter? El «just setting up my twttr que publicó el 21 de marzo de 2006… ¿tiene un valor económico real? Si por valor económico entendemos el dinero que alguien está dispuesto a pagar por ese mensaje original, desde luego que lo tiene, en concreto 2,5 millones de euros.
El valor de ser algo único
En el mundo digital, en el que cada imagen que llega a nuestras pantallas es la copia de una copia, que puede haber sido alterada de mil maneras diferentes, y que a la vez nosotros podemos alterar y distribuir de nuevo, ¿dónde queda el concepto de autenticidad? ¿qué es lo que convierte una imagen digital en algo único?
Una de las primeras personas en hacerse esta pregunta fue Dieter Shirley, desarrollador del estándar ERC-721 y que en 2017 presentó sus CryptoKitties, una colección de representaciones digitales de gatos en las que cada gatito «único» se vendía por un precio que partía desde los 12 dólares y que llegaba hasta los 95.000 dólares.
Para garantizar la autenticidad de cada una de sus criaturas, cada una de estas piezas se protegió con Blockchain. De esta forma, por muchas copias y alteraciones que se hicieran de la obra, el que adquiría la primera podía presumir de que efectivamente la suya era la original, la que salía directamente del ordenador del artista.
NFT podía haberse quedado aquí, en una extravagancia digital más, pero por supuesto si estamos hablando de esto es porque el fenómeno ha ido a más y el concepto de propiedad, de exclusividad que con el mundo digital parecía haberse diluido a favor de un «compartir», vuelve a hacerse fuerte de nuevo gracias a este concepto: Non Fungible Token.
Impacto en todo tipo de industrias
La tokenización de activos puede alterar las industrias tradicionales. Por ejemplo, la industria cinematográfica también se ha visto afectada por este potencial. Ni más ni menos que Quentin Tarantino se convirtió en uno de los primeros grandes directores en subastar siete escenas sin cortes de la famosa película Pulp Fiction como NFT.
Los NFT incluyen los primeros guiones escritos a mano sin cortes de la película, así como los comentarios exclusivos de Tarantino. Este contenido, como es de esperar, solo podrá ser visto por el propietario.
Pero también las ONG empiezan a ver el potencial de los NFT, ya que pueden ayudar a desarrollar iniciativas benéficas de forma descentralizada y online con menos gastos generales en comparación con las subastas clásicas. La aplicación de smart contracts a NFT crea lugares aún más caritativos.
Esto se debe a que estos algoritmos pueden programar NFT para transferir fondos automáticamente a una buena causa con cada transacción. Además, las donaciones realizadas con criptomonedas ofrecen tarifas de transacción más bajas y liquidaciones casi instantáneas.
Y qúe decir de los modelos alternativos de suscripción digital. Por ejemplo, la revista americana Time está liderando el camino entre las editoriales tradicionales en la experimentación con NFT. Su nueva iniciativa TIMEPieces ofrece NFT de 40 artistas distintos y también convierte al propietario en miembro de la comunidad.
TIMEPieces funciona como una alternativa a la suscripción digital de Time, desbloqueando todo el contenido para los titulares de NFT y dándoles acceso a experiencias y eventos digitales exclusivos.
Y sabiendo todo esto, ¿qué es un NFT?
Lo más interesante es que todos los ejemplos que hemos comentado han conseguido demostrar cómo puede funcionar la protección de los derechos de autor en el mundo digital. Y es que gracias a Blockchain, cualquier activo «binario» puede ser NFT.
Se puede hacer un NFT para casi cualquier cosa, e idealmente para algo que alguien quiera pagar. Obras de arte digitales, música, la palabra escrita, cualquier cosa que pueda representarse como un token.
Y si no, que se lo digan a «Kings of Lion». La banda de rock anunció que su nuevo disco «When you see yourself« se lanzaría en formato NFT para las seis primera copias que se editaran del trabajo, permitiendo además a sus compradores asistir a todos los conciertos de la gira.
Si así lo desea, el creador de las obras NFT puede además conservar sus derechos de autor. El activo puede ofrecerse de forma pública o venderse directamente a través de una plataforma como puede ser iTunes… pero en cualquier caso el principio es el mismo: un NTF no deja de ser una forma exagerada y criptográfica de demostrar que se posee una copia oficial de algo, o la autenticidad «primitiva» de una obra digital.
Como dijo Bill Gates, «siempre hay un tonto dispuesto a comprar», ¿crees que tiene razón con la teoría «del tonto mayor» (en inglés, The greater fool theory) o simplemente está exagerando?